El bandoneonista y luthier platense Juan Pablo Fredes construye bandoneones para niños, instrumentos que no se fabrican desde la década del ’30. Y que adquieren un significado especial en momentos en que los bandoneones escasean, porque ya nadie los hace y los pocos que quedan en el país son comprados por turistas extranjeros.
Todas esas razones pesaron para que desde la facultad de Bellas Artes de la UNLP se pusiera el foco en la actividad de Juan Pablo Fredes. Y se comenzara a trabajar en un documental destinado a registrar los pormenores de la fabricación artesanal de los bandoneones para niños, por considerarla “un aporte valioso para el rescate de la historia musical argentina”.
Así lo indica José Grammático, titular del taller de Sonido de la carrera de Comunicación Audiovisual de la facultad de Bellas Artes e impulsor del proyecto, quien apunta a terminar el documental en la segunda mitad del 2008 y a presentarlo después en festivales y concursos de Francia y de Alemania (cuna del bandoneón).
El proyecto fue aprobado como un voluntariado por el ministerio de Educación y los primeros trabajos se llevaron a cabo a fines de este año, cuando los alumnos de Bellas Artes hicieron los primeros cortos que reflejan el trabajo de Fredes. Después del receso veraniego, los alumnos del taller volverán a trabajar, en el documental propiamente dicho, a partir de principios del próximo año.
El proyecto de construir un bandoneón para niños trascendió a fines de año pasado, cuando Fredes -quien además dirige una orquesta integrada exclusivamente por bandoneones y llamada “Che Bandoneón”- presentó en la Casa del Bandoneón de Buenos Aires el primer prototipo de “fuelle” de estudio para niños diseñado y fabricado en el país.
Para hacerlo, Fredes contó con la colaboración de investigadores del Laboratorio de Entrenamiento Multidisciplinario para la investigación Tecnológica (Lemit), perteneciente a la Comisión de Investigaciones Científicas y del Centro de Investigaciones Opticas, dependiente de la CIC y del Conicet, además de expertos en acústica de la Facultad de Bellas Artes de la UNLP y destacados bandoneonistas y afinadores.
Actualmente son 6 los bandoneones que se están construyendo en su taller, apunta Fredes, quien destaca que el interés de su trabajo no es comercial e indica que los pedidos que tiene son mayoritariamente de escuelas de bandoneón de distintos puntos del país.
El interés por el desarrollo de este tipo de bandoneones se relaciona con la historia personal del propio Fredes, quien indica que todo niño tiene dificultades para manejar un instrumento de las dimensiones del bandoneón entre los 8 y los 10 años, edad considerada ideal para empezar a estudiarlo.
El director del documental, en tanto, destaca que el foco de su trabajo está puesto en el desarrollo del bandoneón para chicos “y en la magia que representa hacer un instrumento artesanal de estas características, que a la vez representa un rescate de nuestra historia musical”.
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